Se ha hecho público esta semana el estudio ‘45 años de evolución económica, social y empresarial de las Comunidades Autónomas en España (1975-2020)’, elaborado por la Cámara de Comercio y el Consejo General de Economistas (CGE).
El crecimiento medio del conjunto del Estado en el periodo ha sido del 2,39%, pasando en euros constantes de 2010 de 414.147.237 miles de euros en 1975 a 1.168.572.320 miles de euros en 2019. Por encima de este crecimiento, se sitúan en las tres primeras posiciones y por este orden, Murcia, La Rioja y Canarias con diferenciales que superan los 0,4 puntos porcentuales.
En el extremo contrario se sitúan Asturias, el País Vasco y Cantabria con un diferencial negativo que, en el primer caso, supera el punto porcentual y en los otros dos casos ronda los 0,5 puntos.
A lo largo de estos años el crecimiento ha sido muy desigual, destacando los casos de La Rioja, Comunidad Valenciana y Canarias cuya ralentización en los últimos 15 años en comparación con el conjunto de las comunidades es evidente, con crecimientos medios anuales que superaban el 3% en la primera década y que les situaban en las posiciones de cabeza a crecimientos muy alejados de esas posiciones en los últimos años.
Por el contrario, el País Vasco, Madrid y Cataluña han logrado el mayor avance en las posiciones de crecimiento relativo en los últimos años en relación con su posición relativa en los primeros de la serie.
También debemos destacar el peso de las distintas comunidades sobre el PIB nacional. El porcentaje de Madrid y Cataluña se sitúa en 2019 en el 19,88% y 19,42%, respectivamente, si bien la primera ha adelantado a la segunda al incrementar su peso en casi tres puntos porcentuales desde 1975. A estas comunidades le sigue Andalucía, con un 13,62% en 2019, casi un punto más que en 1975, y las tres juntas suponen casi el 53% del PIB español. Otras comunidades que ganan peso son la Comunidad Valenciana, Canarias y Murcia, mientras que el País Vasco y Asturias son las que más pierden, por encima de un punto porcentual, como consecuencia evidente de la pérdida de tejido industrial.