Fuente: Deusto Business School

Investigación e Innovación

 

1.Empezamos mirando al pasado, ¿Qué elementos, personas, momentos históricos crees que han sido fundamentales para entender la Bizkaia de hoy en día?

G.H: Son muchos los momentos que nos han marcado en el hoy. Por no remontarme tan atrás como a la fundación de la Villa o a los fueros, me voy a remontar a la etapa de la industrialización, cuando vivimos un éxodo masivo de personas que llegaron a nuestro territorio, y que marcó un antes y un después en nuestra economía, antes basada en la agricultura, hacia la industria y el comercio, lo que cambió nuestro sistema social y económico y marcó un antes y un después.

Luego, la crisis a nivel mundial que vivimos, con la desmantelación, en los años 30 y luego en los 70, de la siderurgia, y que hizo que nos tuviéramos que reinventar. Y ahí, a finales de los 80 y principios de los 90, ciudades como Bilbao, una de las más dañadas, resurgimos del barro. Las inundaciones del 83 nos hicieron resurgir y reinventarnos como ciudad, y hoy vemos cómo se ha pasado de una ciudad negra y muy industrial, a una de servicios, donde ahora vivimos de cara a la ría. El efecto Guggenheim, que no me gusta llamarlo así, porque es todo un entorno de circunstancias y de adecuación de servicios a una industria más avanzada, todo el esfuerzo que se está haciendo en I+D+I. Son diferentes los aspectos, pero marcaría la industrialización, la crisis de los años 70 y el resurgimiento a partir de los años 80.

 

  1. Trayendo la mirada al presente, ¿qué crees que es lo más relevante que está sucediendo ahora y en qué deberíamos poner nuestra atención?

G.H: Yo creo que ahora, la velocidad de los cambios ha aumentado. Principalmente por la tecnología, desde hace 20 años estamos viviendo casi a diario ese cambio, cómo se están adaptando las empresas e industrias; cómo la propia ciudadanía nos estamos adaptando a adquirir bienes y servicios, a las nuevas formas de poder hacer viajes o alquilar apartamentos o desplazarnos. Por un lado, esa velocidad del cambio, marcada fundamentalmente por la tecnología. Unido a ello también el fenómeno de la globalización. Desde comienzos de siglo se está viendo que el mundo está conectado. Estas dos tendencias están marcando nuestro día a día y también nuestro territorio. Somos un territorio pequeño pero abierto al mundo, y eso nos da muchas posibilidades.

 

3.Y mirando al futuro, ¿Cuáles serían los principales retos?

G.H: Tenemos varios. Unidos a estas tendencias comentadas, los resumiría en cuatro:

Primero. el reto tecnológico, cómo vamos a afrontar a futuro esta conexión al mundo. El uso de toda esta tecnología, por todas las personas, industrias y servicios, cómo vamos a lograr que esta conexión nos lleve también a mantener la privacidad que todos necesitamos. Ese reto, esos límites que hay que poner en cuanto a ética, hasta donde llega esa tecnología, hasta donde llega esa línea entre intimidad y lo que estar conectado te proporciona. Ahí tenemos un reto, en cuanto a legislación, costumbre, sensibilización etc.

El segundo reto es el reto medioambiental. Lo veo como que, aunque estemos concienciados, con el transporte y las industrias etc. y se ha hecho un gran esfuerzo, ese equilibrio medioambiental que tenemos que lograr también hay que lograrlo de forma paulatina. Es decir, no puede ser de hoy para mañana, tenemos que medir las circunstancias y las consecuencias. Una cosa son las decisiones y la otra cómo lo vamos a hacer de forma que no estropeemos algo para arreglar otra cosa. Por ejemplo, todo el tema de desmantelamiento de industrias, tener presente que es necesario, pero intentando que se cause el menor impacto en lo económico y social. Es decir, que ese equilibrio lo alcancemos de forma paulatina y con análisis, estudios e investigaciones.

En tercer lugar, el reto de la gobernanza urbana. Cómo va a ser la toma de decisiones, a qué niveles. También incorporar esas decisiones a la ciudadanía, que no sean sólo de las instituciones, que se tengan en cuenta las necesidades sociales y a la ciudadanía. Necesitamos educación social y política en este ámbito.

Por último, la integración social. Versus el desarrollo y el crecimiento económico, hay que compaginar la integración de todos los grupos desfavorecidos para que nadie se quede atrás. Ahora estamos viendo la inmigración que está llegando de entornos con graves problemas, pues cómo integramos a esas personas, el tema de la igualdad de género, de la violencia en todas sus formas etc. Todos esos son retos que tenemos que lograr y no son fáciles.

 

  1. Contamos con elementos positivos y negativos, ¿Cuáles destacarías?

G.H: De positivos destaco muchos, porque creo que nuestra historia refleja que somos un pueblo que nos reinventamos. Esta cultura del esfuerzo y del buen hacer nos marca. Esto viene acompañado de la formación, somos un territorio con uno de los mayores índices de formación de Europa y del mundo, y eso también es un pilar firme. Todo el esfuerzo que hemos dedicado de innovación y tecnología, la inversión en I+D, todos los planes de industrialización desde los 90, cómo hemos ido adaptándonos a la realidad… Todo eso son puntos fuertes, como bien digo, destaco la cultura del esfuerzo y los valores, “palabra de vasco” que escuchamos cuando vamos fuera, eso marca muestra cultura del buen hacer.

Aspectos negativos, sobre todo, ante estos retos que se nos plantean, cómo hacerlos de la mejor forma posible. Cómo asumimos esa integración social, cómo compaginar la economía globalizada con la local, con las personas que no tienen medios o formación para ser autónomas etc. En negativo, destaca por tanto el tener que adaptarnos a estos retos.

 

  1. ¿Te parece que existe actualmente algún proyecto estratégico para el futuro de Bizkaia?

G.H: El proyecto como tal es Zorrozaurre. Creo que es ese el proyecto de infraestructuras más importante. Es el espacio que nos queda urbanizable, que se va a convertir en isla, para convertirlo en sostenible y llevar a cabo ese equilibrio entre lo social y lo económico del que hablábamos.

También desde el punto de vista territorial unir la conexión de la margen derecha e izquierda, con el proyecto del gran canal subterráneo, que va a cambiar la movilidad y la relación entre ambas márgenes. 

Por otro lado, el gran reto como territorio seria asumir el envejecimiento de la población y cómo poder gestionarlo y afrontarlo como una oportunidad, para poder sobrevivir como sociedad.

 

  1. ¿En qué deberíamos poner el acento, en aumentar los niveles de riqueza o en repartirlos mejor y mejorar los niveles de protección social?

G.H: Yo no elegiría, hay que lograr un equilibrio. Sino, dejar coja una de las vertientes genera muchos problemas, y no es sostenible a largo plazo. Tenemos que fijarnos en actividades que den valor añadido en la economía, y por otro lado, conseguir y derivar ese valor hacia una sociedad más integrada y solidaria, porque eso a la larga nos favorece a todos. Tienen que ser los dos de forma equitativa y solidaria.

 

7.Desde tu mirada de investigadora ¿De qué deberíamos disponer de más datos?

G.H: Yo creo que datos tenemos, el problema es cómo trabajarlos a la hora de tomar decisiones. Tenemos necesidad de hacer más investigaciones orientadas a la toma de decisiones.  Por ejemplo, lo que hacéis de Behatokia, el hacer análisis de prospectiva, análisis de escenarios como por ejemplo qué pasa si cae la industria del diésel… Es decir, hay muchos datos, pero habría que homogeneizarlos (ya hay movimientos a nivel mundial para ello) porque un dato por sí mismo no dice nada sino lo comparas con otras realidades y ves cómo evoluciona en el tiempo. Datos hay, pero también gran déficit de homogeneizarlos, es complicado muchas veces trabajar con datos por ello.

 

  1. ¿Qué estudio o análisis te gustaría leer sobre Bizkaia para entenderla mejor?

G.H: Como socióloga me encantaría ver un análisis de calidad de vida en su conjunto, con factores objetivos, en qué condiciones de vida vivimos en todos los ámbitos objetivos: demográficos, sociales, económicos medioambientales etc. Porque al final el territorio es una sucesión de capas de toda nuestra actividad; y, por otro lado, qué percepción tenemos las personas que vivimos en el territorio. Porque al final vivimos y desarrollamos actividades para mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestras generaciones futuras, para vivir mejor. Y ese “vivir mejor” y esa calidad de vida, ¿qué influye? Vemos que somos un entorno privilegiado en cuanto a condiciones objetivas, y también como percibimos esas condiciones desde el ámbito de la seguridad, del acceso a determinado servicios, distancia que tenemos a centros de trabajo etc. Eso me gustaría, y poder compararnos y mejorar, porque al final venimos a eso, a ser felices y por lo menos a mejorar.