Transcurridos 40 días desde el inicio de la invasión de Ucrania, se mantiene la incertidumbre sobre la duración de este conflicto y sus consecuencias.
El incremento del precio de los combustibles fósiles (petróleo y gas), y su impacto directo en la subida del precio de la electricidad, ha venido a agudizar los problemas de cadenas de suministro (huelga de transportes), y de inflación (9,8% interanual en marzo).
Aunque se han anunciado medidas por parte del gobierno del estado y de las instituciones vascas, las empresas no ocultan su preocupación por el escenario que se abre para los próximos meses. Parte de estas medidas están, por otra parte, pendientes de su aprobación por las instituciones europeas (limitar el precio del gas con destino a generación eléctrica).
También los ciudadanos se están viendo duramente afectados por el alza de los precios, que están generando una pérdida de poder adquisitivo, mientras los pequeños ahorradores siguen en la trampa de alta inflación y tipo de interés cero.
Sobre este particular, cada vez son más analistas los que apuntan a que el BCE no podrá esperar a fin de año para iniciar la subida de tipos, y probablemente anuncie un adelanto respecto al último calendario anunciado. Esta subida gradual de tipos abriría el frente de la sostenibilidad del nivel de endeudamiento de las administraciones públicas, particularmente en el Sur de Europa.
En síntesis, en ausencia de un rápido y positivo desenlace del conflicto en Ucrania, y de la recuperación de cierta normalidad en los costes de abastecimiento energético, es preciso revisar a la baja las previsiones de crecimiento, que se van a ver severamente afectadas y podrían dar lugar a un período de estanflación o recesión en varios países.
Informe de Coyuntura Abril 22 Vf